jueves, 5 de enero de 2012

MARTINICA. GUADALUPE. GUAYANA FRANCESA.

Históricamente, las Pequeñas Antillas fueron de escaso interés para España, que sólo se detuvo en las Mayores. Las demás las descubrió, las cartografió, las bautizó y pasó de largo. Los intereses españoles se centraban en otras partes, y, no muchos años después del Descubrimiento, el Caribe (con la excepción de Cuba) era poco más que zona de paso para las bien protegidas flotas de Indias. En cualquier caso, nunca hubiera tenido España ni hombres ni barcos para ocuparse de tan gran número de pequeñas islas.

Más tarde, en el siglo XVII, aparecieron, primero los piratas, filibusteros y corsarios de toda laya (que ya habían asomado en la centuria anterior); después, grupos de colonos, ordinariamente por cuenta de alguna de las ‘Compañías de Indias’ que surgieron como setas en diversos países; luego, bajo dependencia directa del Estado, que envió sus funcionarios.

Había tantas islas, que varias potencias pudieron servirse ‘ad libitum’, sin perjuicio de luchar también entre ellas. Los ingleses se llevaron la parte del león, pero franceses y neerlandeses hicieron igualmente lo que pudieron.

Siglos más tarde, cuando, a partir de 1945, comenzaron a soplar los vientos de la descolonización, cada una de las potencias (en rigor habría que añadir los EEUU) buscó su camino para maquillar los restos de sus posesiones, antaño coloniales, llegando en algunos casos a soluciones tan imaginativas como complejas. Y en eso estamos aún.

Se recogen en esta entrada las zonas de actual presencia política francesa en el Caribe, pero incluyendo también, por razones de proximidad geográfica, la Guayana.


MARTINICA

Cuenta con 1.100 Km2, lo que la sitúa en tercer lugar por extensión entre las Pequeñas Antillas, tras Trinidad y Guadalupe. Es isla de origen volcánico, culminando en el Monte Pelado (1.397 m). Como ocurre en toda la región, el riesgo de seísmos y erupciones es fuerte.

El Norte constituye la parte de la isla más montañosa y salvaje, cubierta por selva tropical. La zona Sur, menos accidentada y más seca, agrupa la mayoría de las instalaciones turísticas. La costa atlántica está bordeada por un arrecife coralino, hoy muy degradado por la polución de origen industrial.

En el siglo XV estaba habitada por indios caribes, que habían sustituido a poblaciones anteriores. Se supone que la descubrió Colón en 1502, en su 4º viaje, si bien algunos atribuyen el descubrimiento a Ojeda, en su viaje de 1499/1500. En cualquier caso, consta que fue Colón quien escogió el nombre.

A los españoles no les interesa el establecimiento. En la época subsiguiente, holandeses, ingleses y franceses tocan esporádicamente en la isla para hacer aguada, reavituallarse y practicar algún trueque con los indios.

En 1635, el filibustero Belain d´Esnambouc desembarca con 150 colonos franceses por cuenta de la Corona de Francia y de la Compagnie des Iles d´Amérique. En 1640 comienza a funcionar el primer molino de azúcar. Arruinada la Compañía en 1650, la Corona adquiere la plenitud de derechos. Ya en 1636 aparecen los primeros esclavos negros, comprados a los holandeses que huían del Brasil, expulsados por los portugueses. Desde 1644, la trata aumenta sin cesar. Se utilizará asimismo como mano de obra a los ‘engagés’, que llegaban de la metrópoli con un contrato de 3 años; si sobrevivían al trabajo, tan duro como el de los esclavos, recibían un lote de tierras, convirtiéndose en pequeños plantadores.

En 1658 estalla la guerra contra los indios caribes, con clara voluntad de masacrarlos y ‘limpiar’ la isla. Entonces, en una primera fase predominará el cultivo del tabaco, muy apreciado en la metrópoli, sobre la caña de azúcar.

Son dos cultivos que suponen substratos sociales diferentes. El tabaco necesita poca inversión de capital, pudiéndose cultivar por pequeños colonos. La caña exige propiedades bastante más extensas y, sobre todo, consume esclavos jóvenes, que rápidamente se agotan por el trabajo intensivo y han de ser repuestos, con la inversión correspondiente, lo que da lugar a más y más importaciones.

Luis XIV, desde 1671, favorece claramente la caña en detrimento del tabaco, fuertemente castigado desde el punto de vista fiscal. Se considera que algo tiene que ver el hecho de que, en 1669, el rey ha conocido a la que será primero su amante y más tarde su esposa morganática, Madame de Maintenon, que había pasado su infancia en la Martinica.

Además, el rey suprime el monopolio de la trata de que disfrutaba la Compañía de las Indias Occidentales, con lo que surgen multitud de ‘empresas’. Entre 1676 y 1700, el número de esclavos se sextuplica. El ‘Código Negro’ de 1685 pone trabas al mestizaje y reglamenta la tortura de los esclavos.

El gobierno revolucionario no pudo llegar a gobernar en la isla, pues la abolición de la esclavitud en 1794 provocó una rebelión de los plantadores apoyada militarmente por los ingleses. En el Tratado de Amiens de 1802, Napoleón recuperó la isla, pero restableció la esclavitud, que no sería suprimida de forma definitiva sino por la Segunda República en 1848.

Esto dará lugar, en la segunda mitad del siglo, a nuevas inmigraciones que sustituyan a los esclavos: 25.509 indios de la India, 10.521 de África y 978 chinos. También algunos centenares de europeos, bastantes procedentes de Madeira. Comienza tímidamente el mestizaje, iniciado por los chinos, que, por lo demás, abandonan rápidamente los campos de caña para dedicarse al comercio.

El 8 de mayo de 1902 tiene lugar la famosa erupción del Monte Pelado, que ha dado nombre a un tipo de erupciones, las peleanas, poco frecuentes pero especialmente mortíferas.

La lava es tan densa que se solidifica formando un pitón (que posteriormente podrá quedar destruido por la erosión), el cual tapona el cráter, escapándose por las fisuras nubes de gases ardientes que se desplazan a notable velocidad. En este caso, la nube mató a los 30.000 habitantes de Saint-Pierre y alrededores, con un único superviviente: un preso protegido por el grosor de las paredes de la celda. El 30 de agosto, otra nube mató a 1.300 más en Morne Rouge.

La situación fue miserable durante la Segunda Guerra Mundial, por la escasez ligada al aislamiento. En 1946, se promulga la Ley de conversión en Departamento, pero sólo en1996 obtendrán los martiniqueses una igualdad total en campos tales como las ayudas sociales.

Desde 1959 hay revueltas en varias ocasiones con muertos causados por los disparos de las fuerzas de orden público. Desde 1962 existen movimientos anticolonialistas minoritarios, pero en 1998 un independentista es elegido presidente del Consejo Regional.

El resultado de un referéndum celebrado en 2010 da lugar a que se tramite, a lo largo de 2011, un cambio institucional, que supondrá el establecimiento de un estatuto de ‘Colectividad’, con más autonomía que la que tiene un Departamento. La minoría independentista roza el 20% del electorado.

En cuanto a la economía, la banana es el primer producto agrícola de exportación (57,8% de la producción agrícola), aunque sólo ocupa el 20,3% de la superficie útil. El ron representó en 2005 el 23% del valor añadido agroalimentario. La caña de azúcar ocupa el 13,7% de la superficie agrícola, con tendencia a aumentar. Hay turismo, pero menos importante que en Guadalupe.
Martinica goza de una franquicia fiscal a fin de atraer inversiones y actividades económicas.

La capital es Fort-de-France. Según estimación de 2009, la isla tiene una población de 402.000 habitantes; de ellos, 80% son negros y mestizos; el 15%, afro-hindúes; el 5%, de origen europeo. Existe un fuerte mestizaje. Como peculiaridad, la proporción de familias monoparentales se eleva al 38,3%.

Se emitieron sellos para Martinica desde 1886 hasta su conversión en Departamento en 1946, sin perjuicio de que pueda volver a contar con ellos en el futuro como ‘Colectividad de Ultramar’.

Como dato curioso, antes de dejar la isla parece procedente hacer referencia a su más célebre hija. María Josefina Rosa Tascher de la Pagerie (1763 – 1814), conocida como Josefina de Beauharnais, de familia de plantadores más bien modestos pertenecientes a la pequeña nobleza. Nació en la isla y permaneció en ella hasta 1780, cuando fue a París a contraer su primer matrimonio con el vizconde Alejandro de Beauharnais, del cual tuvo dos hijos, Eugenio y Hortensia, antes de la separación judicial que tuvo lugar en 1783. Josefina volvió a residir en Martinica hasta 1791.

Su marido, que se adhirió a las ideas revolucionarias y ocupó puestos importantes, sobre todo militares, acabó guillotinado en el periodo álgido del Terror, sólo cinco días antes de que terminase al caer Robespierre. Josefina, que también estuvo presa por esas fechas, acabaría contrayendo segundo matrimonio con el general Bonaparte en 1796, lo que la llevaría a convertirse en Emperatriz de Francia, dignidad que mantuvo hasta 1810, cuando Napoleón se divorció de ella por la falta de descendencia, aunque permanecieron en buenos términos.

El Emperador favoreció la carrera de Eugenio de Beauharnais, fruto, como hemos visto, del primer matrimonio e hijo adoptivo suyo. A través de Eugenio y de su descendencia, Josefina es ascendiente directa de varias Casas reales y, concretamente, de la reina Federica de Grecia, madre de la actual reina de España.


GUADALUPE

Situada igualmente en las Pequeñas Antillas, pero más al Norte, Guadalupe se compone de dos islas principales, Grande-Terre y Basse-Terre. Varias islas menores vecinas dependen administrativamente de ella. La superficie total es de 1.434 Km2. Las dos principales, hoy unidas por un puente, tienen entre ellas un brazo de mar de no más de 200 metros de anchura.

La Basse-Terre, al Oeste, es montañosa y está recubierta por una selva tropical muy densa, con abundantes ríos y cascadas. De origen volcánico, su mayor altura es el volcán de la Soufrière (en actividad), con 1.467 metros.

La Grande-Terre, al Este, es llana y árida. Su carácter calizo es la causa de la escasez de agua, que ha de ser llevada por canalizaciones desde la otra isla. En su litoral meridional, de playas de arena blanca protegidas por un arrecife coralino, se concentran las grandes estaciones turísticas.

El clima, como en Martinica, es tropical moderado por la influencia de los alisios, con una estación seca de enero a junio, y una húmeda de julio a diciembre. La temperatura media anual es de 27ºC, y la media del agua del mar, 28ºC.

Poblada por indios caribes, fue descubierta y bautizada por Colón en su 2º viaje. Los franceses toman posesión en 1635, en nombre de la ‘Compañía francesa de las Islas de América’. Tras una guerra de seis años, para 1641 ya han masacrado a la población indígena; los escasos supervivientes son enviados a Dominica.

La población aumenta rápidamente y se desarrolla la esclavitud. En 1656, hay 3.000 esclavos para una población total de 15.000 personas.

En general, la evolución es similar a lo ya expuesto para Martinica, no siendo precisas las reiteraciones. Señalemos sin embargo que el desarrollo de la población esclava y, por ende, el de las grandes plantaciones de caña, es menor que en Martinica, lo que explica que, cuando llega la Revolución, el gobierno metropolitano sí logra imponerse en la isla, aunque con métodos bastante salvajes.

En 1802, el Primer Cónsul Bonaparte intenta expulsar del ejército que guarnece la isla a los oficiales negros que habían sido admitidos cuando se abolió la esclavitud por la Convención. Se produce una revuelta tal, que para sofocarla es preciso el envío de un ejército de 4.000 hombres; la mayor parte de los insurgentes prefiere al final suicidarse a rendirse.

Durante todo el periodo, los ingleses desembarcan varias veces en la isla, restituida de forma definitiva a Francia en 1816. En 1837 aparecen las primeras instituciones municipales. En 1946, se convierte en un Departamento de Ultramar que entonces integra también las islas de San Bartolomé y la parte francesa de la de San Martín.

En 1952 y en 1967, se producen huelgas y revueltas con saldo de muertos. Nueva oleada de huelgas en 2009, que indican un grave malestar social. En consecuencia, París abre un complicado proceso constitucional que, a la postre, no conducirá a la autonomía, pues en 2010 los isleños manifiestan en referéndum, aunque con escaso margen, su deseo de seguir como Departamento, con ciertas modificaciones administrativas.

Por otra parte, situada en una región muy expuesta a ello, la isla sufre daños graves por ciclones en 1989 y varias veces a lo largo de 1995.

Existe en Guadalupe una cierta contradicción. Por una parte, se gestiona en 1993 su clasificación por la UNESCO como ‘Reserva de la Biosfera’, por su belleza y paisajes naturales; es el Departamento de Ultramar con más espacios protegidos, incluso con un Parque Nacional.

Por otra, los vertidos de pesticidas y otros productos químicos han creado un problema muy grave de contaminación de acuíferos y de aguas territoriales, cuya resolución, dada la persistencia de tales sustancias, va para largo; ello hasta el extremo de que las autoridades se han visto obligadas a dictar normas draconianas sobre pesca, recogida de crustáceos y control de alimentos consumibles, algunos vegetales inclusive. Hasta en los arrecifes ha sido preciso marcar zonas para proteger, no ya a los arrecifes, que eso es normal, sino a los turistas.

Económicamente la isla es fuertemente deficitaria: altas tasas de paro y exportaciones muy escasas en comparación con las importaciones. La agricultura (caña de azúcar, bananas, melones, café, vainilla, cítricos, etc.) fue antaño el motor económico, pero hoy día no sobrevive sino gracias a subvenciones. Cada año, Guadalupe debe importar más de 1.000 Tm de fruta y verduras.

Las escasas industrias (que proporcionan el 6,5% del empleo) pertenecen al sector agroalimentario. El turismo es el único sector que conserva un cierto dinamismo y tiende a crecer; el 92% de los turistas procede de Francia. Por supuesto, Guadalupe disfruta de las mismas exenciones fiscales que Martinica.

La capital es Basse-Terre. La población (según estimación de 2008) es de 401.784 habitantes. Aunque el crecimiento demográfico en los últimos años ha sido inferior a la media nacional, la densidad es alta: 247hab/Km2. Como 1/3 de las tierras están consagradas a la agricultura y las zonas montañosas no son habitables, hay dificultades para la construcción y alojamiento. A caballo sobre las dos islas, donde las une el puente, la aglomeración de Point-à-Pitre agrupa a 1/3 de la población.

72% son afrocaribeños; 14%, caribeños hindúes; 9% de origen europeo. La tendencia política general es a la izquierda.

Se emitieron sellos para Guadalupe desde 1884 hasta su conversión en Departamento en 1946.


SAN MARTÍN Y SAN BARTOLOMÉ

Fueron hasta fecha reciente meras dependencias de Guadalupe. A raíz de los cambios institucionales ya indicados, una y otra, a diferencia de Guadalupe, prefirieron en referéndum decantarse por la autonomía.

En consecuencia, desde el 15 de julio de 2007, constituyen sendas Colectividades de Ultramar.

Están situadas al NO de Guadalupe, ya cerca del extremo septentrional de las Pequeñas Antillas. Debe quedar claro que, al referirnos a San Martín, lo hacemos solamente a la mitad septentrional bajo soberanía francesa. La mitad meridional (Sint Maartens) forma parte del Reino de los Países Bajos.

Hasta el momento actual (enero de 2012) no consta que se hayan emitido sellos específicos para ellas, pese a su nueva condición.


GUAYANA FRANCESA

Se ubica en la costa norte de América del Sur, entre Brasil y Surinam (antiguamente llamada Guayana holandesa), limitando al N con el Océano Atlántico. Su superficie es comparable a la de Portugal. Cubierta por densa selva ecuatorial, sólo un 5% del territorio puede considerarse habitado. De las muchas corrientes fluviales, la más importante es el río Moroni.

Colón, en agosto de 1498, durante su 3º viaje, navega por primera vez a lo largo de la costa. Así también, en 1500, Vicente Yáñez Pinzón navegará costeando desde el delta del Amazonas hasta la desembocadura del Orinoco.

Durante el siglo XVII, se dan variados y frustrados intentos de colonización por parte de ingleses, franceses y neerlandeses, que se expulsan unos a otros. Se inicia la importación de esclavos africanos.

En el Tratado de Utrecht de 1713, se establece el río Maroni como frontera oeste de la colonia francesa, abandonando a los portugueses el resto de la cuenca amazónica. Sin embargo, la dificultad de fijar las fronteras dará lugar a disputas con Portugal (y a continuación con el Brasil) concretadas en la instalación de puestos militares, misiones religiosas y almacenes de venta. El conflicto durará hasta el comienzo del siglo XX.

En 1762, la expulsión de los jesuitas por Choiseul, ministro de Luis XV, hará desaparecer un valioso elemento civilizador. Se trata de compensar mediante el envío de colonos por millares, política que fracasa al no haberse hecho preparativos para acogerlos. En 1764, una nueva campaña de propaganda lleva al desembarco de otros 15.000 franceses (de ellos 12.000 alsacianos) en plena estación de las lluvias; en un año morirán unos 12.000 por disentería, fiebre amarilla y paludismo; unas 60 familias supervivientes se refugiarán en un archipiélago costero antes de regresar a Francia.

A partir de 1792, el gobierno revolucionario escoge Cayena como lugar de deportación de sacerdotes refractarios y enemigos políticos, interesante preludio de lo que vendrá después; este primer ensayo se mantuvo hasta 1805.

En 1802, el Consulado restablece de forma disimulada la esclavitud abolida en 1794. Una parte de la población negra huye a la selva, privando de mano de obra a la economía. Se les llamará ‘marrons’, y se establecen en la ribera de un río que de ellos tomará el nombre de Maroni. Todavía hoy constituyen un grupo diferenciado y especializado en los cruces fluviales con piragua.

Tras el final de las guerras napoleónicas se da un periodo de prosperidad gracias a la esclavitud y a la puesta en marcha de un plan de desarrollo; pero la abolición definitiva de aquélla en 1848 (abolición que afecta a cerca de 13.000 personas de las 19.000 entonces residentes) provocará una crisis económica.

Para resolverla, Napoleón III establece en 1852 los presidios con trabajos forzados; la pérdida de vidas entre los presos, enviados a los lugares más retirados e insalubres, es enorme. Paralelamente, se contratan desde 1853 trabajadores originarios de India y China.

El distrito de Saint Laurent-du-Maroni pasa a ser el centro administrativo de las colonias de penados, a las que serán enviados en total unos 90.000 hombres y 2.000 mujeres. Más de la tercera parte morirá allí. La corrupción y la desigualdad son las bases de la organización social penitenciaria.

En 1855 se descubren ricos filones auríferos en la zona del río Inini, afluente del alto Maroni. Se produce una fiebre del oro que durará hasta la Segunda Guerra Mundial y atraerá inmigrantes de las Antillas.

A partir de 1861, Francia y los Países Bajos (dueños entonces del actual Surinam) se disputan el territorio aurífero. Un arbitraje del zar en 1891 es más bien favorable a los Países Bajos, pero será parcialmente rectificado en 1935 por un nuevo acuerdo franco-neerlandés.

En 1900 termina la disputa fronteriza con Brasil por un arbitraje suizo que causa indignación en Francia, la cual debe aguantarse por no estar en condiciones de promover un conflicto. Por esos mismos años comienza la instalación de libaneses y chinos, mientras que la población amerindia, diezmada, no llega más que a 1.500 personas.

Los años 1910 a 1930 marcan el punto álgido de la fiebre del oro, con más de 10.000 buscadores, lo que supuso un aumento del comercio y el declive de las grandes plantaciones.

A partir de 1923 se inicia en Francia una vasta campaña de opinión sobre el tema de los forzados, que acabará desembocando en la Ley de 1938 suprimiendo el sistema, la cual no tendrá efectividad hasta después de la guerra. De hecho, el último preso deja la Guayana el 1 de abril de 1953. La supresión supone de momento un retroceso económico y un despoblamiento.

Durante la guerra y a su final, la situación de hambre y enfermedad es deplorable, lo que obligará, al final del conflicto, a tomar medidas sanitarias importantes. En 1946 se produce la conversión en Departamento de Ultramar, pero el despegue resulta difícil a causa de los costes de producción muy elevados y de una balanza comercial muy deficitaria. En 1961, la Guayana sólo cuenta con 33.000 habitantes.

En 1964 se produce un cambio de signo: desaparecido Colomb-Bechar en Argelia, de Gaulle toma la decisión de establecer en la Guayana el nuevo centro espacial francés. Éste, andando el tiempo, crecerá y se convertirá de hecho en el centro espacial de la Unión Europea, lo que ha dado nueva vida al territorio, aumentando el nivel de riqueza (supone un 25% del PIB) y dando lugar a corrientes de inmigración.

Pese a ello, su PIB es considerablemente inferior al de la Francia metropolitana. Depende de la importación de comida y energía, y se beneficia de los fondos estructurales de la UE.
El turismo prácticamente no existe, y las comunicaciones, casi tampoco. Para penetrar en el interior, es preciso la piragua o la motora.

La población se concentra casi totalmente en la costa. Se estima que la actual es de 260.000 habitantes (60% criollos y poco más del 10%, franceses de Europa). Son numerosos los inmigrantes brasileños, que proporcionan mano de obra para los trabajos de extracción del oro, construcción y sector servicios. Los amerindios son unos 9.000, viviendo la mayoría de ellos en ‘zonas protegidas’ con acceso estrictamente reglamentado.

Se emitieron sellos para la Guayana francesa desde 1886 hasta su conversión en Departamento en 1946.


Territorio del Inini



Ya se ha hablado de la importancia de esa zona en relación con la minería del oro. Entre 1932 y 1947 contó con sellos propios, que eran los de Guayana con la sobrecarga correspondiente.

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